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Poesía de despedida

Remeras, gorras, pines, camperas. La cara del Che está estampada en todos lados. Los que se ponen esos accesorios tal vez no cayeron en la cuenta que es una contradicción del pensamiento del líder revolucionario. Los accesorios están vacíos de contenido. Se pierde el mensaje.

«No es sólo el rostro de un hombre en una camiseta»

Hoy Ernesto cumpliría 85 años.

No es sólo leer sus diarios de campañas e imaginar la situación. Es ir más allá y tratar de entender una forma de vivir. Una ideología. Es tener que agarrar textos de Marx y Lenin para comprender ciertas afirmaciones. Ciertas decisiones.

Antes de ser asesinado en Bolivia grabó un poema para su segunda esposa, Aleida. El texto es de César Vallejo, y se llama ‘Los heraldos negros’. Él lo sabía de memoria:

Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé.
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… Yo no sé.

Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre… Pobre… pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes … Yo no sé!

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Llenarme de frío

Llegando a casa me doy cuenta que estaba fría la noche. Fresca, tal vez. Y me acordé del Sur.

En enero visité El Bolsón, Esquel, Chaltén, Calafate y Ushuaia. Era un viaje que soñaba desde chico. Acostumbrado a las vacaciones en la costa, entendí que era el momento indicado para desconectarme de todo. Una mochila sobre mis espaldas y nada más.

23 días que se vivieron a full. No me importó la billetera. Fui a conocer, a pasar un poco de frío. De sentir esa sensación de tener que prender un fuego para no pasarla mal. Y nos re cagamos de calor. Sí.

Bolsón, Esquel, Chaltén y Calafate. De 25º para arriba. Remerita y cortos. No mucho más. Un buzo en la mochilita por las dudas.

Ushuaia, sí, más fresca la historia.

No hay día en que no piense en ese 8 de enero, cuando caminé sólo en el bosque durante cinco horas y moneda. Cargar una mochila de 15 kilos no es fácil si tenés que subir una montaña. 18 kilómetros durísimos. Llegué al refugio y a los 10 minutos me sentía como nuevo.

Es la primera vez que escribo desde ese viaje. ¿Por qué cuatro meses más tarde?

Necesito llenarme de nuevo allá. Quiero irme de acá.

Sé que voy a volver. Y tendrá que ser en invierno, porque estoy seguro que será un show inolvidable.

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El efecto águila

«Para cualquier espectador de un medio audiovisual era fácil distinguir entre un contenido amateur de uno elaborado por la industria, ya que había diferencias evidentes en la calidad e incluso en la temática, sin olvidar tampoco que estos contenidos off-media obligaban a un esfuerzo para su visión, ya que distribuían fuera de los circuitos comerciales. Nuevamente, la aparición de internet como medio universal alteró esta férrea división haciendo más fácil que nunca que los usuarios se convirtieran en productores y distribuidores de sus propios contenidos, algo inédito en la historia de la comunicación».  La cita corresponde al libro «La comunicación vertical», de Francisco Vacas.

De eso se trata el canal Decorah Eagles, en Unstream. Una persona que instaló una cámara en un árbol y filma, las 24 horas, a un águila que está empollando tres huevos.

En algunas semanas, ya hizo que más de 3.3 millones de personas entren a su canal y vean durante unos minutos al ave que no se mueve ni de casualidad de su nido.

Genera mucha curiosidad. Es una especie de Gran Hermano, pero más interesante. Forma parte de la invasión de la privacidad de un águila (!), y eso lo hace llamativo. En promedio, unas 25 mil personas ven en simultáneo el vivo y esperan que los tres huevos se rompan.

El muchacho/a que instaló la cámara logró, en algunos días, generar lo que miles de sitios webs o canales de información desean: un click.

«Las emisoras de TV convencionales deberán necesariamente transformarse en canales de contenidos audiovisuales continuos…»

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Para subir mejor

El día que falleció Doña Tota justo estaba en la redacción. Era mi tercer día ahí. Comenzaron a sonar los teléfonos, periodistas que consultaban si era real o no la noticia de su muerte. C5N ya lo confirmaba y Clarín lo tenía en su portada. Un rato antes había escrito la pequeña nota sobre la internación.

Mientras miraba el partido de Independiente con Olimpo, recordé una pequeña historia que me contaron hace unos meses.

Un amigo de la familia tiene una pequeña empresa de ascensores. Una vez, recibió un llamado para ir a una casa ubicada en Villa Devoto y ver si se podía colocar uno. Llega, le abren la puerta y lo hacen esperar en el comedor. Le traen un vaso con agua.

Escucha a alguien bajar por las escaleras. Se levanta del pequeño sillón y se queda congelado. Era Maradona. A este hombre no le importa el fútbol, lo admite. Sin embargo, cuando le dio la mano para saludarlo sintió un escalofrío importante. Obvio, el mejor del fútbol mundial estaba delante suyo. 

Diego le preguntó si, en un espacio que había entre unas escaleras y la pared, podía ponerse un pequeño elevador para Doña Tota. El conocido de mi flía aseguró que había chances y le pasó un precio. El 10 contestó: «Pero lo quiero gratis». Ahí es cuando el hombre perdió ese momento de admiración hacia Maradona y le explicó que no podía. Los costos eran elevados y él no podía hacerse cargo. El entrenador del Al Wasl lo entendió y le agradeció su visita.

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